Las lluvias de sangre son un término que se utiliza cuando la lluvia lleva arena procedente de los desiertos. Cuando cae tiene un color rojizo y cuando se seca deja una fina capa de polvo, que también puede ser de esa tonalidad.
Las zonas productoras de este polvo están situadas al norte de África, en las llanuras de próximas a Rabat, Kenitra y Argelia. Estas eran conocidas ya desde la Edad Media, cuando se las consideraba como presagios del inminente sufrimiento humano, debido a que por su color se creía que era sangre y se le adjudicaba un poder divino.
BIBLIOGRAFÍA:
Ortega Sagristá, R. (1979). Nubes de polvo y lluvias de sangre.
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